viernes, 24 de febrero de 2012

Santa Gema Galgani



"Jesús; yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que entren todos dentro de tu Corazón"

¡Oh, cuántas veces -dice la santa- depositando en mi Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo¨.

..."¡Cuán buena se me ha mostrado siempre esta celestial Mamá! Qué hubiera sido de mí si no la hubiera tenido. Me ha ayudado en mis necesidades espirituales, me ha preservado de los peligros, me ha librado del poder del demonio, que siempre viene a molestarme...y, finalmente, me ha enseñado a conocer y amar a Jesús, a ser buena y a agradarle. ¡Oh, queridísima Mamá, te amaré toda mi vida!".

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gemma en la casa Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente el. Un día, al tiempo que Gemma preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de El. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).

Fuente: corazones.org

Pidiendo por un pecador:
“Jesús, ya que has venido, vuelvo a suplicarte por mi pecador. Es hijo tuyo y hermano mío, sálvalo, Señor”…. El Señor, queriendo obrar como justo juez, se oponía a las recomendaciones de su sierva; pero ésta, sin desanimarse, le decía: “¿Por qué no me escuchas hoy? ¡Has hecho tanto por un alma sola!.. ¿Y no quieres salvar ésta? ¡Sálvala, Jesús, sálvala…! Está bien; pero Jesús, no hables así.. La palabra ‘abandono’ en tu boca, siendo como eres la misma misericordia, suena tan mal, que no debes decirla. Derramaste tu sangre sin medida por los pecadores, ¿y quieres ahora medir la cantidad de nuestros pecados?” El Señor, a fin de mostrar a su sierva los poderosísimos motivos que tenía para resistir, le manifestó una por una y con sus menores detalles las culpas de aquel pecador… “Lo sé, Jesús, lo sé. Muchas son sus faltas, pero más he cometido yo y me perdonaste. Sí, lo confieso, no merezco que me escuches. Pero te voy a presentar otra intercesora por mi pecador. Es tu misma Madre quien ruega por él. ¿Dirás ahora que no a tu Mamá? A Ella no le puedes decir que no. Ya puedes contestar que has perdonado a mi pecador.”… “Está salvado, está salvado, Jesús, venciste. Triunfa, triunfa siempre y triunfa así”.


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